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“Arriba no olvidaré a nadie”

Capellán Eduard Müller a la Hermana Lisbeth

Hamburg, 10 de noviembre de 1943

Mi querida, amada Lisbeth!

Se ha cumplido el tiempo! En pocas horas más habré concluido el camino de mi vida. El Señor de la vida y de la muerte, Cristo, mi Rey, me viene a buscar para llevarme a casa. Las últimas líneas que escriba sobre esta tierra, deben ser para ti. Qué puedo decirte a pocas horas de presentarme ante el trono de su justicia?!  No me olvides en tus oraciones, puesto que también debo dar cuenta de todos los que me fueron confiados. Una vez más, por última vez, te saludo desde lo profundo de mi corazón sacerdotal.  Saluda también a todas tus queridas hermanas. Del mismo modo te pido que saludes a nuestros hermanos y a todos los parientes en mi nombre y que les escribas a todos que es mi más íntimo deseo que volvamos a vernos en el cielo. Arriba no olvidaré a nadie, tampoco ustedes se olviden de mí! Y que todos encuentren el camino de vuelta hacia el Señor!

Y ahora, mi amada hermana Lisbeth, adiós! En pocos momentos más vendrá nuevamente el Señor bajo las especies del pan y luego podré verlo, así lo espero, cara a cara. Para que tengas un pequeño recuerdo de tu hermano sacerdote, te he dejado mi rosario, que ha sido mi más fiel compañero durante el casi año y medio de prisión.

Ahora nos pondremos en marcha por este difícil camino – humanamente visto – y pronto habrán concluido los dolores y las ofensas, las luchas y los combates. Adiós, Lisbeth! Nos vemos en el cielo. Que mi última palabra sea: “A Cristo, nuestro Rey, eterna fidelidad!”

Por última vez te saluda en el amor de Cristo

Tu hermano sacerdote, Eduard.

Acabo de recibir tu cariñosa carta del 24 de octubre. Es la última. Adiós en Cristo.

 

Traducción: Sr. Ursula O.S.U., Santiago, Chile